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REPORTAJES TURVILAGARCIA
El Mercado Municipal
Nuestro Mercado en la Historia

Han cumplido desde siempre los mercados y las ferias, dos funciones principales: la función social de relación entre personas, aunque vivan distantes y el crecimiento económico de un lugar y su zona de influencia.
Apuntes Históricos

Nuestro mercado podría remontarse a la época de aquellos navegantes fenicios, que intercambiaban aquí sus mercancías orientales por nuestro mineral de estaño.

Sus antecedentes más próximos pertenecen ya a la fundación de Villagarcía. El 12 de mayo de 1441 en su carta fundacional D. García de Caamaño "el Hermoso", Señor de Rubianes, incentiva a los pescadores que faenaban en la costa de Arealonga y que construían cabañas rústicas en el litoral, a que se establez¬can aquí definitivamente y piensa, con acierto, que el mejor medio a su alcance era reducirles y eximirles de algunos de los impuestos medievales que gravaban las actividades económicas de la época. Reduce para ello a diez los maravedíes a los que se elevaba la "alcabala", tributo medieval que pagaban al fisco el vendedor y el comprador a través del señor feudal, impuesto que se podría denominar como IVA de antaño, y reduce también el "yantar", otro impuesto que con¬sistía en el abono en especie, o su equivalencia en metálico, de una cantidad que se empleaba en el sustento del señor feudal en sus desplazamientos.

Pero todavía el fundador García de Caamaño "el Hermoso", en su afán de convertir "o meu porto e vila" en un próspero lugar de comercio e intercambio, según podemos leer en su “Carta Puebla fundacional” dice: “aqueles e aquelas que touveren vendizón o dito lugar, que lle seja quita alcavala de todo o que vendesen e mercasen”, refiriéndose aquí a la "alcabala de viento", suple¬mento contributivo que debía de pagar el comerciante forastero y que así de este modo, quedaba exento. Los prósperos resultados de esta medida tomada por D. García sirvie¬ron como ejemplo al arzobispo de Santiago, D. Rodrigo de Luna para que tan solo 24 años después (1465) y para levantar de su postración a la villa de Caldas de Reyes, lugar de descanso de los arzobispos compostelanos, instaure allí dos fe¬rias “cabdales/exentas et franqueadas” cada año y un mercado franco mensual.

Venían pues a nuestra ciudad cantidad de vendedores ambulantes y compradores, dado que les resultaba económicamente interesante. Pero habría que esperar a 1744 para conseguir un mercado franco. Con la llegada a España del primer Rey de la Casa de Borbón, D. Felipe V, un descendiente del fundador de la villa, D. Antonio José de Mendoza Sotomayor y Caamaño, III Marqués de Villagarcía, Viz¬conde de Barrantes, Sr. de Vistalegre, Rubianes, Lamas, Villanueva, Caballero de la Orden de Santiago, gentilhombre de Cámara del Rey, ex-embajador en Venecia, Virrey de Cataluña en 1705, es nombrado Virrey de Perú, hacia donde embarca en 1735 a bordo del navío de guerra "El Conquistador" que comandaba Francisco del Llano. Ya en aquellas tierras y en el año 1744 se entera el Marqués que en Villagarcía, debido al reclutamiento para la Armada Real sólo quedaban ancianos, mujeres y niños, solicita entonces al Rey para ayudar en el sostenimiento y progreso de estas familias, un mercado franco a celebrar en su pueblo.

Lo concede inmediatamente D. Felipe y mediante una Real Cédula da¬da en palacio el 10 de mayo de 1744 otorga a la muy noble y muy leal ciudad de Villagarcía un mercado franco, libre de toda tasa y todo impuesto, todos los martes del año desde este y todos los siguientes.

Quedaba así establecido en Mayo de 1744 el mercado de los martes, que llega a nuestros días, del que sin embargo D. Antonio José, nuestro III Marqués no llegó a comprobar nunca su marcha, ya que cuando fue relevado de su cargo en el Perú por el General Manso, el 12 de Julio de 1745 y regresando a España a bordo del navío francés "Héctor", el 14 de diciembre de 1746 y a la edad de 79 años, luego de haber cruzado el Cabo de Hornos y cuando se hallaban a la altura de los 33º falleció. Su hijo D. Mauro Fernando, que lo acompañaba, cumpliendo la última voluntad de su padre, retiró de su cadáver su corazón y sus huesos, enterrándolos en Cádiz, en suelo español, como era su deseo. Por esa época, el mercado se celebraba en nuestra ciudad diseminado en varios puntos: frente a la capilla de San Roque se vendían los cerdos, en la actual plaza de la Independencia, el mercado de la alhóndiga (cereales), en la calle de la Verdura (hoy Baldosa) frutas y verduras, el pescado y la carne se vendían en un lugar próximo a la Plaza de Pescadería, construida más tarde, en el Campo de Cabritas (actual Plaza de Ravella) ganado lanar y bovino, y en la ca¬lle Edelmiro Trillo (calle de la Iglesia Sta. Eulalia de Arealonga) todo lo relacionado con textiles, zue¬cos y zapatos.

En el año 1880 se realiza el primer estudio y proyecto de "Mercado cubierto" siendo alcalde D. Francisco Viqueira. Dicho proyecto es llevado al pleno del día 16 de octubre de ese mismo año y estaba confeccionado por el arquitecto D. Justino Flores. En principio se acepta el estudio y documentación, pero el día 1 de julio de 1881 es nombrado alcalde D. Francisco Ravella y Arenas, que rechaza el proyecto por considerarlo “demasiado lujoso” para una villa de las caracterís¬ticas de Villagarcía, siendo sustituido por otro: “Plaza de Pescadería y Carnes Muertas” que se inaugura en noviembre de 1883. Este proyecto lo realizó el arqui¬tecto D. Faustino Domínguez, y el costo total de la obra efectuada por el contratista D. Manuel Pereiro, ascendió a 42.652’20 de las antiguas pesetas.

Y ya en el año 1925, siendo alcalde D. Enrique Rodríguez Lafuente, se decide construir la actual "Plaza de Abastos", rellenando para ello la marisma de nominada "La Hortiña", cambiando la desembocadura del "Río del Con". Se encarga de su proyecto el arquitecto vigués, señor Gómez Román, y es realizada la obra por el contratista, también vigués, Sr. Barreras. El relleno de "La Hortiña", costó 112.000 pts. y el edificio 391.000 pts., o sea un costo total de 503.000 pts. Se concluyó en el año 1929 y fue inaugurada el día 16 de agosto de ese mismo año, por el Ministro de Hacienda Excmo. Sr. D. José Calvo Sotelo y bendecida por Monseñor Tedeschini, nuncio de S.S. el Papa Pío XI.

A partir de entonces, tiene nuestra ciudad un mercado unificado y ubicado en un mismo lugar que se convertiría en centro de atracción para los vendedores ambulantes, que continúan asistiendo semana tras semana a nuestra villa. Esporádicamente se celebra desde entonces el mercado de los sábados, que había de ser regularizado en la década de los cincuenta. La “diferencia de franquicia” entre el pasado y el presente provocó la suspensión y peligro de desaparición, en abril y mayo de 1988. Pero la administración municipal y los vendedores llegaron a un consenso y el mercado continúa hoy día, después de 550 años de la fundación de la villa y de 247 años de su concesión por S.M. el Rey Felipe V de Borbón.

MANUEL SUAREZ FUENTES (Colaborador Histórico de Turvilagarcia).
Evento:

Plaza de Abastos 1929


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Plaza de Abastos Actualidad


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